Páginas

martes, 25 de octubre de 2016

Carros de Foc / Del cansancio a la fortaleza.

Fin de la temporada como guarda de refugio. Termina otra experiencia que quería vivir desde que llegué a Pirineos hace ya casi dos años. Curioso cuando pienso que en realidad ha sido la última de esta otra etapa de mi camino. O quizás no sea tan curioso cuando miro a mi alrededor y me veo acompañado de un grupo de gente, compañeros que se han convertido en amigos capaces de animarme y esperarme para enfrentarme a un reto que yo mismo propuse sin evaluar realmente si podría conseguirlo.

Y es que esto me pasa más habitualmente de lo que quisiera. Debe ser que cierto plano de mi autoestima anda por las nubes, creyéndome con una fortaleza desmesurada capaz de hacerme flotar como un globo lleno de helio. Mientras la realidad es que si estoy más fuerte que hace dos años, aunque si fuera un globo como mucho estaría relleno de aire, desplazándome rodando a trompicones por el suelo, deseando que el viento sople tras mi espalda para ayudarme a saltar cada obstáculo que se presenta en mi camino.


Aun relleno de aire quería terminar esta etapa perdiéndome por una de las rutas, ahora confirmada por mis ojos, más bellas y salvajes de todo el Pirineo. La ya famosa Carros de Foc, ruta que recorre los nueve refugios del Parque Nacional de Aigüastortes era el plan perfecto. La mayoría de información la evalúa como una ruta dura a recorrer como mínimo en cinco etapas. Aquí es cuando entra el helio en mi cuerpo y propongo hacerla en tres días, ni más ni menos. No acabando ahí mi estado de embriaguez nos informamos y nos comentan que en esa época todos los refugios están cerrados así que toca ir con la casa a cuestas. Esto me tendría que hacer dudar por mi espalda pero que va, respiro un poquito más de helio y... ¡quien dijo miedo!

Ahí estábamos, domingo a las 23:30 comenzando a caminar tras cerrar el refugio, preparar mochilas, conducir durante dos largas horas y cenar en la furgoneta de Jony con tal comodidad que casi me quedo dormido. Nos separaba una hora caminando por la oscura noche hasta el refugio Ernest Mallafré. A buen ritmo, jugueteando nuestras mentes con las infinitas sombras del bosque, conectando con alguno de nuestros inquietantes miedos, acercando la tranquilidad a nuestras mentes con nuestras voces acompañadas.

Descansamos sin madrugar. Preparamos todo, desayunamos y extrañados por no conocer a nuestros compañeros de refugio emprendimos la marcha. Nos quedó la duda si estaban vivos o no ya que en ningún momento les vimos abrir los ojos, ni por la noche, ni por el día. Suponemos que era su final de ruta, su merecido descanso tras una exigente aventura.

Nos toca andar, observar, disfrutar. Senderos y pistas rodeados de bosques cerrados. Nuestros pasos nos hacen llegar a uno de los puntos más emblemáticos de este parque. El Estany de Sant Maurici da nombre al parque y no es para menos. Espectacularmente bonito y tranquilo en un día de diario de octubre.


Seguimos la marcha. Nos entretenemos lo justo y necesario para disfrutar sin olvidar que este día tiene un largo y claro objetivo. Mientras lo que no está tan claro es que yo por mi parte lo pueda cumplir. No hemos llegado al refugio de Amitges cuando me tengo que detener. Descansar unos instantes porque la pista que da acceso sube sin descanso y mis fuerzas parece que me abandonan por momentos. ¿Falta de comida? ¿Falta de ritmo? ¿Falta de fuerzas? Preguntas que derivan en otra pregunta, ¿de verdad quieres seguir? -¡Si!- me contesto internamente. Pues come, sigue andando y ponle voluntad si te faltan fuerzas.



Dicho y hecho tras comerme medio paquete de jamón. Cargamos mochilas de nuevo, retomamos el camino convertido en sendero amarillo dirección al refugio de Saboredo. Subimos, giramos, bajamos, saltamos, miramos, descansamos. Todo acciones que nos hacen digerir lo que vemos y lo que sentimos en un silencio solitario, en una charla acompañada.




Costaba aguantar el ritmo que yo mismo imponía al grupo. Costaba seguir subiendo y bajando otro collado más al encuentro del refugio de Colomèrs. Costaba reducir ese tiempo de espera a mi llegada. Hoy soy el esperado que idolatra la potencia y fuerza del que espera. Hoy soy el que recuerda el valor y el tesón del que he esperado.




El sol, frente a nosotros, empieza a colorear de rojo las montañas. La mochila pesa cada vez más mientras el frío se presenta con la oscuridad. Encendemos los frontales, nos abrigamos y seguimos ahora ya sin descansar. El refugio de Restanca esta ya cerca, nuestras expectativas de llegar de día se esfumaron, aunque eso ya da igual. Veinticuatro kilómetros nos separan del comienzo, ningún metro nos separan ya de Monica y Ricard. Aquí nos esperaban para unirse, callados cogemos aire, dejamos las botas a un lado, es tiempo de reír y cenar. Todos coincidimos que la ruta es espectacular no imaginando lo que mañana nos viene encima. Cerramos los ojos toca aprovechar para descansar.




Algunos coincidimos en no saber como nuestras fuerzas van a reaccionar. El día amanece despejado, Jony y Claudia marchan sin esperar, ellos solo tenían dos días, ayer calentaron y hoy terminarán. Todos elegimos ir por una variante al tiempo que descubrimos porque casi nadie por aquí va. Collado pedregoso que nos hace saltar para desayunar, sin miramientos hacia nuestras piernas y energías, sin dejarnos calentar lo más mínimo. Descubriendo que las tres horas que nos separaban del refugio de Ventosa i Calvell era rebotando por el camino de ayer. Asumiendo frente a lagos que pocos eligen ver que nuestro camino de hoy será más largo aún de lo planeado.




Descanso estrecho, corto y medido. No hay más remedio que disfrutar mientras andamos, rápido o lento, recortando los metros que podamos hacia nuestra meta. Salir de la Ventosa hasta el refugio de Estany Llong supone saber que no hay nada más que nos resguarde hasta que lleguemos. Frente a nosotros el collado de Contraix, para muchos el más exigente y enigmático de toda la ruta. Recibiéndonos con sus intimidantes y gigantescas paredes, permitiéndonos alzar la mirada y ver su enorme corazón de piedra que irremediablemente tenemos que conocer, sintiendo en nuestros pasos el equilibrio entre disfrute y tensión que suponer saltar de piedra en piedra hasta llegar a su cuello. Allí su capa de superhéroe nos brinda una larga bajada entre el atardecer y otra oscura noche hasta el merecido descanso.




Toca madrugar más que ningún día. Atrás quedan dos días muy duros, delante el día más largo en lo que a distancia se refiere, un terreno desconocido y previsión de lluvias a partir de las cinco de la tarde. ¡Me encantaría cantar victoria! sin embargo sé que cualquier cosa puede pasar. Nos movemos encima de la niebla por una zona espectacular de senderos agradecidos y lagos inmensos hasta el refugio de Colomina. Poco tiempo tenemos para contemplar parados el paisaje, las nubes nos amenazan con todavía dos collados por atravesar.




Nuestros ojos no quitan la vista del cielo, las nubes cada vez más cerradas y los truenos hacen que evitemos bajar al refugio Josep Maria Blanc. Nos pueden las ganas de terminar la ruta en tres días afrontando el último collado con cierta temeridad. La tormenta eléctrica se acerca tensando y alargando nuestros pasos, lo damos todo hasta que solo nos queda bajar. Comienza a llover a cuatro kilómetros del refugio Ernest Mallafré, para nosotros es un regalo de la naturaleza que nos ha cuidado, brinda por este final. Empapados en alegría volvemos al coche viendo llegar nuevamente la oscuridad. Como empezamos acabamos, no importa, es mágico este lugar.






¡¡¡¡BRUTAL!!!!, no puedo decir otra cosa de esta ruta, de estos paisajes y de estos compañeros que han completado esta aventura que recordaré mucho mucho tiempo. Para mí la primera ruta andando de tres días en nivel de autosuficiencia. Con muchas cosas aprendidas como por ejemplo dejar de respirar helio cuando planeo aventuras ya que tampoco es de mi agrado pasarlo en ocasiones tan mal. Muy contento de conseguir mis propósitos, muy muy contento de ahora si este final de etapa en Pirineos. Regreso a Madrid intrigado por lo que me vaya a encontrar.

hasta
Forga acuérdate que estás tras la puerta cerrada ;)
Dedicado este escrito sin dudarlo a Forga, Jony, Claudia, Monica y Ricard. Compañeros y ahora más amigos. Un placer compartir historia con vosotros :)