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lunes, 23 de marzo de 2015

Experiencias que crean necesidades.

Todo empezó hace unas semanas, coincidiendo que Commuting, el importador de la marca de bicicletas Surly, celebraba el SURLY FAT DAY en la estación de esquí de fondo de Guils-Fontanera. Para los que todavía no sabéis que es una fatbike, como una imagen vale más que mil palabras…

Un día probando las fats en Porté-Puymorens
A parte de traer todos los modelos fatbike para que los asistentes a este evento probaran el potencial de estas bicis en terrenos adversos como es la nieve, sabía que subirían otros modelos de la marca, entre ellas una Surly Straggler.

Primer contacto en la Collada de Toses
Aixx, allí estaba,  con su pintura gritter dreams, manillar de carretera, neumáticos mixtos, frenos de disco y con la posibilidad de ponerle portabultos por todos lados. Ya la había visto anteriormente en Espaibici y tenía claro que en algún momento me encantaría probarla. Hablando ese día  con David (uno de los socios) le propuse que me dejara la Straggler unos días para descubrir que sensaciones transmitía y de paso hacer unos cuantos kilómetros. Y es justo en el momento que me mira David y me dice –vale-, cuando sientes que ya la tienes y empiezas a maquinar ¿qué hacer?, ¿por dónde ir?, ¿cómo irá?, ¿cuál será el primer reto?

¿Asfalto o tierra? Tú decides!
El único problema si alguien lo quiere ver como problema es que salgas por donde salgas en La Cerdanya te tocará subir, seguir subiendo, y cuando desees que en esa curva que no se ve como sigue exista un plano… no!, sigue subiendo. Eso sí, sabemos que todo lo que sube baja, y cuando has subido por tus propios medios la bajada se disfruta mucho más.

Vistas de La Cerdanya desde el Coll de la Creueta
Como bici de ciclocrós, con más pretensiones de bici viajera que de carreras según sus creadores, sus desarrollos son de carretera, montando en esta ocasión un grupo Shimano Tiagra. Estos mismos desarrollos son los que una vez tus músculos han calentando los que te permiten avanzar rápido, incluso para mí!


A -12 ºC también se puede salir.
En el primer contacto quede gratamente sorprendido, muy buenas sensaciones, ágil, estable y rápida. Por sacarle alguna pega, en bajada para mí la posición es un poco forzada, aunque esta pega es más mía por mis taras (problemas de espalda) que de la bicicleta en sí, pudiendo ser resuelto sin mayor problema a la hora de adquirirla posicionando el manilla más alto.

En Ribes de Freser, aquí me di cuenta que Urxt-Barcelona era posible.
En las siguientes semanas cuando podía salía a hacer kilómetros y más desnivel para entrenar porque el reto ya lo tenía más que pensado. Se acercaba el momento de devolver la Straggler a Espaibici y que mejor manera que llevarla a Barcelona pedaleando.

Y a lo lejos, después de todas esas montañas... Barcelona :)
Con el reto ya fijado, empecé a buscar la ruta,  material/equipaje necesario y preparé la bicicleta. Solo hacían falta tres días libres, dos para el viaje y uno para ver a los amigos y volver en tren a Urtx.  En mi cabeza ya rondaban sin descanso las ganas de superarme porque se presentaba como la ruta de mayor distancia y acumulación de desnivel positivo hasta el momento de mi corta vida de viajero ciclista.

Esos bancos que en medio de la ruta nos ayudan a descansar.
Y por fin llego el día, 9 de Marzo de 2015, 7:30 de la mañana,  desayuné bien para coger todas las energías posibles, terminé de preparar la alforja y a las 8:20 de la mañana comencé a pedalear.

Collada de Toses, los primeros 17 km.
Por mucho que de primeras me tocara subir en apenas 25 kilómetros de los 1170 metros de altitud de Urtx a los 1880 del Coll de la Creueta no se me quitaba la sonrisa de la cara. Es alucinante cuando haces las cosas con gusto lo bien que te sientes y también porque no decirlo, se agradece cuando la máquina que llevas te lo pone fácil, ya que la Straggler con algo más de peso por el equipaje se seguía comportando a las mil maravillas.

Carreteras solitarias en un 85 % de la ruta.
La ruta seguía por Castellar de n´Hug, La Pobla de Lillet, Borredá y Prats de Lluçanes como último destino de esta primera etapa.  101 Km. 2040+ y el descubrimiento de unas carreteras tan solitarias que llegas a pensar que han sido construidas solo para el disfrute de los ciclistas.

Colores que seducen para hacer agradable el pedaleo.
Este primer día fue duro, nunca había hecho ni tantos kms en un día, ni tanto desnivel. Molestias en uno de los cuádriceps y el no saber dónde dormiría hicieron que a las 16:20 parara a tomar algo en un bar de Prats. Mientras buscaba alojamientos por internet, un hombre se interesó por mí viaje y nos pusimos a hablar. No habían pasado ni 10 minutos desde que nos conocimos que me ofreció una habitación de su casa para pasar la noche junto a su familia. Es sorprendente la calidad y confianza que me demostraron y desde aquí agradezco nuevamente a Albert y su familia vuestra hospitalidad, para mí conoceros fue uno de los grandes momentos de esta aventura.

Buena suerte y buena gente.
El segundo día amanecía fresco en la comarca de Osona. A las 8:15 comencé a pedalear, las molestias en los cuádriceps seguían pero tenía la esperanza que cuando se calentara dejaría de incordiar. Faltaban otros 100 kilómetros para llegar a Barcelona y la acumulación de desnivel positivo de este tramo según los cálculos es la mitad que los primeros 100. Esto se notó, ya que a las 10:00 había pasado por Ártes, ventilándome casi la mitad de la ruta. En esos momentos empecé al llegar a Monistrol de Calders otro de los tramos más impresionantes y bonitos de este viaje, atravesando Sant Llorenç Savall, el parque natural de Sant Llorenç del Munt i l´Obac, Sant Feliu del Racó y llegué hasta Castellar del Valles. Un tramo donde el tránsito de coches aumentaba pero también el número de ciclistas que al verme cargado me animaban a seguir hacia delante.

Amaneceres fríos pero con Sol que calienta.
Un detalle que tenía que haber previsto  ya que la ruta transcurriría cien por cien por asfalto, es dar la máxima presión admitida a los neumáticos Surly Knard 700x41. Aunque en casi todo momento me transmitían muy buenas sensaciones de agarre y seguridad, en las bajadas rápidas y pronunciadas encadenando curvas tenía que reducir la velocidad por la inseguridad que me producía el escuchar como los flancos de los neumáticos flexaban por la presión no adecuada. !Otra vez fallo mío y otro aprendizaje que sumo!

Imponente a lo lejos la Sierra de Montserrat
Lo que quedaba de ruta, a excepción del tramo que hice subiendo Collserola y descubriendo mágicamente tras una curva a derechas la magnífica Barcelona mejor me lo ahorro, es el típico tramo que porque tienes que llegar, sino ni lo pisarías, polígonos industriales, coches, contaminación y malas costumbres  por parte de algunos conductores.

Barcelona te saluda a la vuelta de una curva en Collserola.
Aun con esto último la subida por Collserola fue encantadora,  solo superada por mirar desde sus alturas a Barcelona, descender y transitar por sus calles hasta llegar al punto final de esta aventura.

Punto final: Espaibici en C/ Bruc 63, Barcelona
La sensación final fue inmejorable, una ruta espectacular, una bicicleta rotundamente buena para este tipo de viajes, buena gente, tranquilidad  y creo que es normal lo que siento…

¡La necesidad de empezar a plantear las siguientes experiencias!