Si vas al mismo sitio ¿por qué ir
siempre de la misma forma?
En mi ocio no soy muy partidario
de repetir excursión o ruta, principalmente porque pienso que el espacio que me
rodea es tan extenso y hay tanto por conocer que siempre quiero descubrir algo
nuevo. Solo si existe una buena razón repito.
En esta ocasión el reto que se
planteaba era subir el pico Puigmal, que con sus 2911 metros es el segundo pico
más alto de La Cerdanya. Para mí ese pico es especial, fue el primer pico que
subí en mi vida que rozaba los 3000 metros. Aun así algo tenía que cambiar para que me
apeteciera volver a él y no intentar conocer algo nuevo. ¿Qué cambió para que
me resultara atractivo subirlo?
¡¡Que unos amigos me planteaban
subirlo en bicicleta!!
He de decir que en mi cabeza ya
rondaba la idea de subir algún pico dentro de poco tiempo con la bici, pero la
verdad que yo pensaba en otros un poco menos exigentes.
Aun así, ¿quién dijo miedo a sus
casi 2000 metros positivos?
Tocaba madrugar ya que esta es
una ruta larga que exigía buena parte del día. Eran las 7:30 de la mañana y
desde Planoles ya salíamos rodando Miquel, Joan, Ramón, Marta y un servidor.
La ruta empezaba con un par de
kilometros bajando y luego empieza a subir. Las bromas van surgiendo, sobre
todo por mi parte al no saber muy bien donde me metía, o quizás sí, e intentaba
relajar tensiones y buscarme una cuartada por si acaso tuviera que abandonar. Cada
uno tiene sus técnicas para gestionar sus miedos jaja
Las técnicas en ocasiones sirven
para su cometido y empezamos a subir y subir, sin muchas complicaciones y hasta
con cierto ritmo. En mi caso hasta sorprendido de ir tan bien, gracias en parte
a las indicaciones de Ramón, que ya es un experto en esta ruta y nos aconsejó
en un par de cuestas que las subiéramos andando por su complejidad y el
desgaste de energía que sufriríamos.
Hora tras hora, kilómetro tras
kilómetro, paisaje tras paisaje llegamos al final de la ruta de subida
ciclable, ya solo quedaba subir andando un tramo de un kilómetro y 200 metros
de desnivel para tocar cumbre. Quedaba muy poco, tan poco que no iba a
abandonar en ese justo momento. Y es que aunque en la bici no había tenido
problemas, fue ponerme a caminar y parecía que se me había olvidado. Supongo
que debería haber desayunado mejor, pero ahora ya no había vuelta atrás, había
que volver a ver la cruz. Paraba, respiraba y seguía. La cabezonería es un buen
elemento para que en esos momentos no admitas rendirte, y de eso voy bien
servido.
Y padeciendo un poco bastante el
Puigmal me recordó que no es un pico fácil, justo igual que la primera vez que
nos conocimos.
Contemplando las vistas,
repusimos fuerzas y emprendimos la vuelta con una poco inspiradora e inquietante
nube de niebla tan concentrada que parecía que no podríamos disfrutar de la
bajada.
Aunque últimamente la
meteorología está de nuestro lado, porque aunque nos enseñó los dientes al
final nos dio un respiro y pudimos afrontar una bajada de 14 kilometros, la
cual si nos lo propusiéramos no tendríamos que dar ni una sola pedalada, solo
estar atentos a elegir la mejor trazada para disfrutarla y no salir mal parado
claro.
Y eso es lo que justamente
hicimos, disfrutar durante 9 intensas horas de otra forma de ir al mismo sitio
donde ya estuvimos.
Porque yo sigo insistiendo, a
veces la atractiva diferencia no la marca la meta, lo marca la forma en que
llegamos a ella.
Para algo más de información
técnica de la ruta y poder descargarse el track pinchar aquí.
¡¡Espero que os guste!! : )