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martes, 14 de julio de 2015

Conociendo lo que me rodea – Grottes des Canalettes

¿Estás pasando calor? ¿Ya no soportas estas temperaturas? ¿Quieres un remedio?

¡Busca una cueva! Y si puede ser ¡BONITA!


Ya son muchos los días de calor que estamos pasando. Incluso aquí en Pirineos estamos teniendo temperaturas que a todo el mundo le están sorprendiendo.


Por ese motivo y aprovechando la visita de mi amigo Enrique García le propuse para apaciguar este calor meternos debajo de la tierra. Su cara ante esa frase fue un poco peculiar, en plan “—¿Qué dices ahora Juan?”.  En cuanto le expliqué que me habían comentado que cerca de un pueblecito  se podían visitar unas cuevas el gesto mejoró e incluso le pareció bien porque nunca había visitado el interior de la tierra, salvo el metro claro.



En poco más de una hora en coche desde Puigcerda nos situamos en Villefranche de Conflent y a tan solo trescientos metros de ese bonito pueblo amurallado, digno de visitar antes o después, se encuentra la entrada a la primera de las cuevas, llamada La Grandes Canalettes.

Por estar en una economía del ahorro decidimos solo entrar a La Grandes Canalettes, que son 10 euros/persona. Si quieres entrar a las tres hay un pack que cuesta 19 euros/persona.


Antes de que entráramos la persona que nos vendió las entradas nos avisó que íbamos muy frescos. Nosotros con nuestra mejor sonrisa asentimos, pero como nuestra intención entre otras cosas era disfrutar del frío entramos decididos.


Lo primero que nos sorprendió es que ya la propia entrada es una cueva y que el frío se nota al momento. Trece grados que hicieron que nos relajáramos y dijéramos…”—¡por fin!”.


Entre rocas llegamos a la primera sala, La Sala Blanca, descubierta en 1982 y la primera impresión fascinante. Es una sala pequeña pero donde se concentran todas las caprichosas formas del cristal. Estalactitas, estalagmitas, columnas, pilares…, iluminadas con gusto para que los colores que observamos hagan gala a su nombre.

La Sala Blanca
Al principio los estrechos conductos y los techos bajos nos hicieron pensar que estábamos en una cueva de unas dimensiones reducidas. Fue cuando nos decidimos a subir los tramos de escaleras, unos cuantos por cierto, cuando fuimos conociendo el resto de salas, a cada cual más grande. Incluso podríamos decir que son más que grandes, son inmensas. Haciéndonos pensar cómo espacios de tales dimensiones fueron creados y se mantienen en el interior de las montañas sin la ayuda de la ingeniería y arquitectura para no derrumbarse.


Por momentos perdimos hasta la orientación, aunque no importa porque el recorrido está bien señalizado. Dejando que nuestros sentidos solo tuvieran que preocuparse por admirar la sabiduría y el arte de la naturaleza creando formas y texturas. Escuchando de fondo, esta vez sí gracias al ser humano, piezas de música clásica que hacen que el conjunto que admiramos sea excepcional.


Y para excepcional…, tras cuarenta minutos de visita, ¡el frío que teníamos en el cuerpo!


Los pies congelados y hasta se agradece volver a la calle. Aunque ese agradecimiento en días como este durará un minuto y medio, a lo sumo dos : )


Para más información os dejo aquí un enlace.


Sé que las fotos no son lo mejor, ya que es complicado en estos ambientes con poca luz, sin trípode y con un móvil sacar fotos decentes. Pero espero que os podáis hacer una idea.

¡¡Seguiremos mejorando!! : )

2 comentarios:

  1. Ni debajo de tierra dejas de sorprenderme!
    Genial como siempre!!!

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  2. Que bonito, en directo tiene que ser una pasada.
    Si vosotros dos estabais congelados no quiero ni imaginarme como me hubiera quedado yo ^___^

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