ESPAIBICI - MOROCCO 2017 |
Aeropuerto
de Barcelona. Nuestro punto de partida a esta nueva aventura donde me
encuentro con Ana, Bea, Enric y Hugo.
Nuestro paso por la
zona de control pasa desapercibida ante todos y todo, señal que algo
hemos aprendido de nuestros anteriores viajes.
Puntuales embarcamos en el
vuelo con destino a Fez, una de las cuatro ciudades imperiales de
Marruecos y punto de encuentro con David Casalprim, pensador y
organizador de este viaje, que se ha pasado las últimas 40 horas de
su vida viajando por tierra y por mar con todo el material necesario
para movernos por el árido desierto marroquí. Entre ese material,
las seis bicicletas fatbike de Surly.
El vuelo empieza
curioso, con un piloto que nos da la bienvenida soltando
chascarrillos, desvirtuando esa imagen seria y casi de audio grabado
que suelen limitarse a mostrar. Mientras, el resto del trayecto
sucede como viene siendo costumbre. Normas de seguridad y de
emergencia, despegue, carrito de comida y bebida, venta de lotería...
¿Venta de lotería? Si si, hemos escuchado bien. Compañía low cost
es sinónimo de nuevas estrategias de ventas, o si no son nuevas por
lo menos a 7000 metros de altura como mínimo sorprenden.
Aunque para sorpresa que nos
llevamos de recuerdo es que el avión, después del aterrizaje,
estuviera entero. Sublime delicadeza la del piloto al tomar tierra,
consiguiendo que la mitad de los pasajeros chillaran por sus vidas
mientras la otra mitad, en la que me incluyo, nos quedáramos por
segundos sin respiración ni aliento.
Después del susto puedo
admitir que mucha experiencia en volar al extranjero no tengo, pero
en mi anterior viaje a Marruecos aprendí y este lo ha confirmado que
un bolígrafo siempre a mano ahorra mucho, mucho tiempo a la hora de
rellenar el papelito que te piden en el control de entrada. ¡Punto
para nosotros por conocer este detalle!
Al que no conocíamos era al
policía del control de la fila donde nos colocamos. Podría llamarse
Murphy, no por riguroso, que lo era o aparentaba serlo, más bien
porque con diferencia éramos los que más lentamente avanzábamos.
Paciencia, sonrisas y saludos
en francés. Antes de pasar el último control cambiar euros por la
moneda marroquí, el dirham. A la salida del aeropuerto nos espera
tranquilo y sonriente David, el cual me deja cada vez más claro que
no siente cansancio.
Somos demasiados para un
coche por lo que ante la necesidad de un taxi nos dirigimos en bloque
a dar los quince pasos que nos separan de la persona que a golpe de
gritos y facilidad por el intercambio de idiomas dirige a un pequeño
ejército de taxistas.
De noche parece que
nada ha cambiado en estos dos años. Siguen valiendo más las normas
sociales de tráfico que las que supongo reales, siguen apareciendo
motos en contra dirección sin que ninguna de las ocho personas que
van en un taxi mercedes de hace tres décadas se extrañen.
La noche cerrada nos ofrece
una llegada a Fez más tranquila de lo que recordaba. Las farolas
alumbran selectivamente las calles en nuestro recorrido con las
mochilas ya a la espalda hacía el Riad Tahra, alojamiento donde
pasaremos la primera y última noche de este viaje.
Reconvertida en
alojamiento para turistas me sorprende de fuera a dentro. Desde su
fachada no podía imaginar que en su interior albergara tal cantidad
de detalles en sus suelos, paredes, techos y mobiliario. Ese cuidado
que sirve para conservar de una manera exquisita una vivienda que
hace años albergaba juntas a tres o cuatro generaciones de una misma
familia.
Antes de cenar tenemos tiempo
de pasear por las estrechas y pequeñas calles de la Medina. Seguimos
las calles principales, mirando con intriga todas las callejuelas,
aún más estrechas, aún más pequeñas, que seguro van a alguna
parte de este laberinto que visitaremos con más profundidad el
último día de este viaje.
Bajamos, bajamos y seguimos
bajando. Para luego subir, subir y seguir subiendo. Perdiendo no la
orientación, pero si la simulación de lo que a simple vista figuras
plano y al parecer la realidad es una ciudad construida en la ladera
de una montaña.
Tras la sabrosa cena
toca organizar el equipaje contemplando que mañana el día
transcurrirá entre un viaje en coche atravesando el medio Atlas y
los primeros kilómetros de ruta en bicicleta. A partir de ahí entre
nervioso y emocionado escribo estas líneas mientras mis ojos se van
cerrando a la par que el bolígrafo se recuesta en la libreta.
Hasta
mañana viajeros :)
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