Páginas

jueves, 18 de mayo de 2017

Hasta la Puerta del Sahara - Diario de una aventura - Día 7

Anoche cuando me acosté la intención estaba en mí, ahora cuando abro los ojos y me fijo en la hora entiendo que me abandonó en el momento de la acción. No me culpo, se está tan bien en esta cama que uno se debate que momento mágico vivir en ese instante, yo opté por cerrar los ojos pensando que todavía podía dormir más en profunda paz, mientras Bea y Hugo acudieron a la cita para observar como el sol despertaba a las dunas de Err Chebbi retirando el negro nórdico que las cubre cada noche.


Hoy nos esperan otras ocho horas de coche, hoy desde primera hora empezamos a cargar pensando que en este viaje ya nos despedimos de pedalear, comenzamos a volver a casa, aunque antes conoceremos un poquito más de Fez.


Sorpresa cuando descubro dos ruedas de las fatbikes pinchadas que ayer habíamos reparado al parecer. Cuatro pinchazos en una misma cámara nos parecían suficientes, el quinto más discreto, nos trajo recuerdos de los despertares que llegaban a desesperar. Con esta vez ya podemos crear la norma, si decides apartarte de los caminos del desierto prepárate a pinchar.

Todo listo cuando llega el taxi donde irán Hugo, Bea y Rosa. A veces delante y a veces detrás, en el coche de apoyo, David, Said, que le hacemos el favor de acércale a Fez, y yo. Momentos de historias y curiosidades nos descubre nuestro invitado, sin darse cuenta, o sí, que no llamarme por mi nombre me empieza a resultar verdaderamente incómodo.



Me quedo con lo que me aporta, que es todo aquello que desconozco y me intriga saber. Gracias a él damos sentido a los numerosos perros vigilantes de la carretera, los cuales esperan a que crucen los conejos para darles presa. Notando según habla de la gente del norte que entre ellos hay ciertas y notadas diferencias.



Los sonidos se intercalan a los silencios, los kilómetros recorridos nos alejan del desierto, acercándonos a las montañas del medio Atlas donde el sol nos abandona para mostrarnos un manto de nubes que nos empapa de lluvia, granizo y nieve.


Tanta agua me sorprende, aunque mucho menos que ver monos a ocho grados de temperatura junto al oscurecido hielo del asfalto. Mi cara lo dice todo, inculto de mi posiblemente, ni sospechaba de esta especie, esperando a que los pocos turistas que paseaban les alimenten.


La llegada a Fez esta vez más parecida a lo que recordaba, lenta por tanto coche, tanta persona, tan poco orden. Nos volvemos a alojar en el Riad Tahra, que por segunda vez, sus paredes llenas de detalles, con una sonrisa y con una exquisita cena nos acoge.


La pequeña y nocturna vuelta por Fez me hace sentir nuevamente incómodo, no me acostumbro a ignorar a toda persona que me habla, a no devolver un saludo al parecer cortes, que en realidad esconde un económico interés. Por más que lo intento aprendí, pensando que algún justo pagará, siento que es la única forma de andar por estas estrechas y saturadas calles con cierta tranquilidad.



Última noche en Marruecos, hoy no puedo decir que ni el boli o yo estemos realmente cansados, si puedo confesar que nos gusta mucho, mucho dormir.


Hasta mañana viajeros : )

No hay comentarios:

Publicar un comentario